Venimos de la pulcritud y del olor de la gente, de los árboles quiescentes que adornan sus calles donde hemos vivido, durante varios días, bajo la sombra de unos monumentos bellísimos, cuajados de historia, que asombran a todos los que visitan la ciudad de Viena.


La ciudad es notoria por sus arterias y bulevares principales.
La ciudad es notoria por sus arterias y bulevares principales.

En Casablanca, sus calles están llenas de historia y de rincones interesantes. La Gran mezquita  de Hasaan II, es toda una sorpresa. Está apartada de las masas, como acurrucada entre los pliegues de un barrio popular, a muchos pasos de la vía del metro y de la orilla del mar. La luz que entra a raudales por las ventanas se refleja en la superficie alicatada y baña la gran sala con un halo casi fantasmagórico. El interior es a la vez abrumador por su tamaño y relajante por su simplicidad.


Vista desde el "Pan de Azúcar", una cima de granito.
Vista desde el "Pan de Azúcar", una cima de granito.

Desde el buque, comienzan a verse los rascacielos de Río de Janeiro, leguas antes de pisar sus calles como un largo y blanco pañuelo erguido sobre la tierra parduzca y calcinada.

Sobre la fúlgida cristalera de sus edificios, campea la torre enigmática de la catedral tostada, más bien horadada de ventanales sepulcrales, con imperio desafiante; y las abarrotadas casas de las favelas de alcohol, que deslían con mansedumbre de humo lento y rozagante, que reptan unos momentos hacia el cielo, para enseguida, en invisibles vedijas, fundirse con el tono azul del cielo de la colina emancipada.